El Real Madrid se impuso por 5-2 al Celta de Vigo en un partido vibrante de octavos de final de la Copa del Rey. Aunque el marcador final puede sugerir una victoria cómoda, la realidad fue muy distinta: los blancos estuvieron al borde del desastre y necesitaron de la prórroga para superar a un Celta valiente y combativo.
El equipo dirigido por Carlo Ancelotti dominó durante buena parte del encuentro, con momentos de fútbol fluido y vertical. Kylian Mbappé abrió el marcador tras una jugada rápida que nació de una acción polémica: Lunin pareció derribar a un jugador del Celta en el área, pero el árbitro no sancionó nada. Minutos después, Vinícius amplió la ventaja y puso al Madrid en una posición que parecía definitiva.
Pero el conjunto gallego no bajó los brazos. Con el tiempo agotándose, Jonathan Bamba encontró el gol del descuento y encendió las alarmas en el Bernabéu. El empate llegó de manera dramática: una falta dentro del área sobre Bamba fue señalada como penalti, y el Celta no falló desde los once metros. El 2-2 obligó al alargue y sembró el desconcierto entre los aficionados merengues, que no ocultaron su frustración con pitos desde la grada.
Ya en la prórroga, el Madrid sacó su carácter. Endrick, el joven brasileño, se convirtió en protagonista absoluto. Primero marcó con un potente disparo desde fuera del área y luego selló la noche con un gol de tacón tras un córner. Entre medias, Fede Valverde había anotado el cuarto tanto con un disparo imparable.
El pitido final dejó una mezcla de alivio y preocupación en el madridismo. El equipo mostró pegada, pero también una desconcertante fragilidad en defensa y falta de concentración en los minutos clave. El Celta, por su parte, se marchó con la cabeza alta tras haber llevado al límite a uno de los gigantes del fútbol español.
El Real Madrid avanza a los cuartos de final, pero lo hace con el aviso claro de que cualquier relajación puede costarle caro en esta Copa del Rey.
